Vivir el exilio: Relatos de un venezolano que vive en Sunchales

Carlos Álvarez es un venezolano que hace dos meses está radicado en Sunchales. Su exilio planificado después de la crisis de 2017 y una situación que se tornaba desesperante. Las expectativas después de las elecciones y los dias convulsionados

Pulso Político11/08/2024German ThalmanGerman Thalman
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Carlos Álvarez es uno de los ocho millones de venezolanos que, desde hace casi una década, emigraron de su país tras la crisis que se agravó con el régimen de Nicolás Maduro. 

Álvarez llegó a nuestro país en 2017, cuando Venezuela atravesaba uno de sus peores momentos, con desabastecimiento de alimentos y servicios básicos de agua y energía. Se radicó en Buenos Aires y, hace un par de meses, se trasladó a Sunchales donde ya estableció vínculos con una pequeña comunidad de compatriotas. 

En Venezuela quedaron hermanos, sobrinos y muchas amistades con las que sigue de cerca los convulsionados días que se viven después de las fraudulentas elecciones. “Ahora se quitaron la máscara y formalmente está instituida la dictadura”, reflexiona Álvarez, descreído de la posibilidad de que el régimen termine por reconocer la derrota.  

“No van a enseñar nada, porque no pueden cambiar las actas”, insiste Álvarez, aludiendo que los documentos que obran en poder de la oposición dan cuenta de un claro triunfo de Edmundo González. “Todo el mundo lo sabe y por eso hay una represión tremenda, presos, perseguidos y desaparecidos”, expresa. 

“Cada vez hay más represión. La gente tiene mucho miedo. Yo confío en los organismos internacionales, pero son procesos que llevan mucho tiempo. Seguramente esto se terminaría si las fuerzas armadas se voltearan, pero, aunque hay algunos que empiezan a bajar las armas, el gobierno siempre tuvo muy bien a los militares”, analiza.

Y sentencia: “Todos sabemos que los dictadores no salen por los votos”

Del auge al ocaso populista 

Alvarez, un ingenio químico que en su país se dedicaba a la docencia y a la investigación para industrias, relata en primera persona el crecimiento del régimen chavista, desde aquel primer levantamiento militar de 1992. 

Según rememora, después de las dictaduras de los años 60, la conducción política de Venezuela era compartida por dos partidos políticos que se alternaban en el poder, aprovechando beneficios mutuos. Era una época pujante, a partir del auge petrolero, pero en la que también se generaba mucho derroche y diferencias sociales. Todo eso fue generando un clima propicio para el surgimiento de una modelo populista, encarnado por la figura de Hugo Chávez, que logró una gran adhesión después de su alzamiento militar.

“Chávez fue un gran estratega. Un líder de masas que le hizo creer a los venezolanos que todos tenían derecho a reclamar su barrilito de petróleo”, evoca Álvarez. Pero destaca que su principal habilidad fue llegar hasta el último rincón del país, donde estaba aquella “gente olvidada” que nunca había sido tenido en cuenta por los gobiernos. 

“En su primera presidencia, Chávez arrasó. Se veía bajar a la gente de los cerros, para votar por él”, recuerda Álvarez. “No se puede negar que en esos primeros años se hicieron cosas buenas, se revalorizó a los maestros, y se hicieron obras sociales. Pero la gente se deslumbró con espejitos de colores, porque se vendió una idea equivocada, populista, con la intención de nivelar para abajo”, detalla Álvarez. 

Con el correr de los años, el régimen de Chávez fue acercándose más al gobierno cubano y se consolidó una relación que se mantiene hasta el presente, que incluye asesoramiento militar a cambio de petróleo. 

La muerte de Chávez obligó a un cambio de estrategias. Y aunque todos esperaban que su lugarteniente, Diosdado Cabello, fuese elegido como sucesor, Chávez optó por Nicolás Maduro, un exchofer del metro venezolano que se había desempeñado como escolta y ministro con un vertiginoso ascenso en los últimos años de su presidencia. 

“Maduro era una figura secundaria. Chávez dejó claro que su legado estaba en la persona de Maduro, aunque todos sabemos que Diosdado Cabello es quien verdaderamente siguió gobernando. Pero Chávez sabía que, por sus formas, Diosdado hubiese terminado con el gobierno en pocos días”, aventura Álvarez.

Durante los últimos años, Venezuela vivió sucesivas crisis sociales y políticas. Pero las manifestaciones populares que ganaban la calle no conseguían torcer la marcha del gobierno. Incluso, cada proceso electoral terminaba envuelto en sospechas de fraude y con la oposición desmembrada.  

Sin embargo, para este año, buena parte del pueblo venezolano recuperó la esperanza al reconocer la figura de María Corina Machado, quien, a pesar de ser proscripta, siguió trabajando para mantener unida a la oposición y asegurar los controles del proceso electoral. 

“Ellos no contaron con que María Corina pudiera tener las actas y establecer un sistema de vigilancia que duró hasta el final de los comicios. Los certificados no pueden ser falsificadas y la oposición ya los publicó en internet”, analizó Álvarez. 

Volver a su casa 

“El exiliado vive un duelo continuo, pero siempre añora con volver a su Patria”, anhela Álvarez.  “Yo no creo que pueda volver a la Venezuela de antes. Pero hoy hay más esperanzas”, expresa. 

Y sintetiza el pensamiento de buena parte del pueblo venezolano: “Solo queremos que Maduro y su gente se vayan. Ni nos importa cuánto robaron ni que hicieron. Queremos volver a vivir en paz”.

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